HANAMI

La flor del cerezo o sakura 桜 en japonés, son hermosas flores cuya festividad es conocida como hanami, que se traduce literalmente como “mirar a las flores”.

Su historia se remonta a siglos atrás, cuando la floración de estos árboles marcaba el inicio de la primavera y, por lo tanto, avisaba del momento idóneo para plantar el arroz, alimento crucial para los primeros habitantes de este país.

Durante este período, los cerezos eran vistos como seres sagrados y se creía que las almas de los dioses de la montaña anidaban dentro de ellos.

Por ello, los agricultores veneraban a estos árboles y creían que, cuando las flores rosadas del sakura estaban en su máxima floración, era cuando los dioses bajaban a las villas y se convertían en arrozales para ayudar a la producción del arroz. La historia del hanami nació, por lo tanto, de una tradición religiosa.

Sin embargo, no sería hasta el Período Nara (710-784) cuando esta costumbre comenzó a transformarse en la festividad sin connotaciones religiosas que es en la actualidad.

Con la llegada de la clase samurái, la vida tan corta de las flores del sakura ganó todavía más notoriedad, relacionándose íntimamente con el bushido, o el camino del samurái, que, entre otras cosas, habla del sepukku o harakiri como la muerte más noble de un guerrero: morir con dignidad, cometiendo suicidio, cuando la vida todavía está en todo su esplendor.

Así hacen los cerezos, permitiendo que sus flores caigan en una suerte de delicada lluvia de pétalos, sin dejar que se pudran enganchadas a sus ramas.

La leyenda incluso dice que las flores del sakura eran blancas al principio, pero se tiñeron de rosa al mezclarse con la sangre de todos los samurais que cometieron seppuku al lado de estos árboles, como un intento de ver la belleza una última vez antes de morir.

Durante el Período Azuchi-Momoyama (1568-1600) , la costumbre de celebrar la floración del sakura bajo los propios árboles ganó fama debido a las fiestas del emperador Toyotomi Hideyoshi.

Aunque al principio seguía siendo una festividad reservada casi exclusivamente a la aristocracia, poco a poco fue extendiéndose a todos los estratos de la sociedad, aunque las clases más bajas tendían a ir a las montañas para contemplar los cerezos.

Con la llegada del Período Edo (1600-1867), las clases más bajas ya participaban en las fiestas urbanas del hanami, gracias a que los emperadores empezaron a plantar cerezos en los diferentes parques de las ciudades más grandes de Japón, como en Tokio, en el parque Ueno; o en Kioto, a orillas del río Kamo, para incentivar la costumbre entre las clases más populares.

Este intento por parte del imperio nipón de convertir el hanami en una tradición anual dio sus frutos.

En la actualidad, cada nueva temporada de floración, miles de japoneses se reúnen bajo los cerezos, en parques, jardines o montañas y disfrutan de un pícnic rodeados de sakura, mientras una lluvia de flores delicadas va tiñéndolo todo de color rosa.

Y recuerda, los sakura son árboles casi sagrados en Japón, así que trátalos como dioses durmientes cubiertos de un manto rosa.

Fuente: https://www.ngenespanol.com/

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